EL CASO MEXICO:
El ejemplo de Mexico y de países como Grecia o Argentina nos puede mostrar que pasa cuando un estado acepta demasiado créditos de afuera y deja aumentar la deuda externa: (Texto tomado del libro de Carmen Boullosa, Mike Wallace, Narco Historia, paginas 69-71 / p. 111 /p. 146-47)
«La deuda externa creció a buen paso – de veinte mil millones en 1976 a casi cincuenta y nueve millones en 1982 – , y pintaba que Mexico podía con ella. Pero no pudo, sobre todo por sucesos fuera de su control. A mediados de la década de los setenta, Estados Unidos había añadido al rosario de penas de recesión las cuentas de la inflación, en gran parte por la victoria de la OPEP al subir el precio del petróleo. Para «derrotar la inflación ya», como urgía el presidente Gerald Ford (1974 – 1977), el Banco de la Reserva Federal, encabezado por su presidente Paul Volcker, comento (en 1979) a elevar las tasas de interés, hasta llevar la tasa preferencial de doce por ciento a veintiún por ciento. Una curva en picada que en 1980 si había disminuido la inflación, pero conduciendo al desempleo a niveles que no se habían visto desde la Gran Depresión de los treinta.
La recesión que Volcker diseño en EUA tuvo un impacto aun mas devastador para Mexico, pues la tasa de interés de sus prestamos a corto plazo casi se duplicó. Para 1982, solo cumplir con los pagos de intereses habría requerido mas de ocho mil millones de dólares al año. Lo que es peor, mientras los gastos se disparaban, los ingresos disminuían. El precio del crudo se hundió porque la recesión global difuminó la demanda, el petróleo iraní había regresado al ruedo, expandiendo la oferta. Entre 1981 y 1982, el precio alcanzado por el petróleo mexicano cayó de 78 a 32 dólares el barril. Mientras tanto, el capital mexicano huía del sobrevalorado peso y se refugiaba en el dolor. Entre enero y junio de 1982, doce mil millones de dólares salieron del país, lo que produjo devaluaciones constantes, de 20-1, a 70-1, a 150-1.
Mexico dejó claro que ya no podía pagar sus intereses. Cundió la alarma entre los bancos estadounidenses. Trece de los mas grandes perderían colectivamente sesenta mil millones de dólares si Mexico caía, es decir, el cuarenta y ocho por ciento de su capita combinado.Y si Mexico caía, la mayoría de America Latina se vendría abajo con el, lo que probablemente dispararía el colapso de todo el sistema internacional financiero. Así que Estados Unidos reunió un paquete de varios miles de millones de prestamos y créditos, y negoció una moratoria extraoficial. Ordenaron al Banco Mundial y al FMI otorgarle a Mexico prestamos de emergencia con los que pudiera seguirles pagando a los bancos estadounidenses, para rescatarlos de su propia imprudencia. A su vez, estas instituciones – siguiendo el modelo que se negoció por primera vez en la llamada crisis fiscal de Nueva York en 1975 – impusieron a Mexico un «ajuste estructural». Los acreedores exigieron la privatización de servicios públicos, recortes en los programas sociales gubernamentales, una mayor apertura a la inversión extranjera y una concentración implacable en el pago de prestamos e intereses. A esta manita de puerco se le vistió con una glosa ideológica que revivir doctrinas empolvadas sobre la inherente superioridad del mercado sobre el Estado, reemplazadas como «neoliberalismo».
Cumplir con estas exigencias recayó en el presidente Miguel de la Madrid (1982 – 1988), ex secretario de Programación y Presupuesto de Lopez Portillo. Miembro bien parado del ala tecnocracia del PRI, De la Madrid no provenía de las organizaciones políticas de masas del partido, sino que había ascendido vea las burocracias financiera y petrolera. No necesitaba que lo obligaran a seguir el camino neoliberal, había aprendido bien sus principios en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard. Creía que el aparato estatal era una carga en los hombros de los negocios mexicanos que había necesidad de sacudirse, junto conductas otras cosas en el proyecto e ideología heredados por el PRI. Pero no tenia ningún interés en deshacerse del Estado unipartidista. De hecho, usaría al PRI para for-paraestatales menores, recortó la inversión en infraestructura, redujo los aranceles, se abstuvo de gravar a la elite y fomentó la inversión extranjera. En 1986, Mexico firmó el acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT).
Esta primera ronda de terapia de choque tuvo un costo terrible. La economía, noqueada, estuvo en la lona por una década. Muchas industrias colapsaron. Muchos campesinos abandonaron el campo y se apiñaron en la Ciudad de Mexico. La migración rural hacia espacios urbanos subió 182 por ciento entre 80 y 94. El desempleo se fue a las nubes. Los salarios reales se desplomara, mientras la inflación ascendía a 100 por ciento. Para 1987, el Gobierno mexicano calculaban que mas de la mitad de la población padecía malnutrición. Mientras tanto, la deuda se duplico, de treinta por ciento del PIB en 1982, a sesenta por ciento en 1987. Por algo los ochenta se conocerían como la década perdida.»
…
Concretamente, los grandes carteles si penetraron las fuerzas federales enviadas en su contra. La nueva y reluciente (en 2001) Agencia Federal de Investigación (AFI) ya estaba malamente manchada en 2005. Mil quinientos de los siete mil agentes de la AFI – casi veinticinco por ciento de la fuerza – estaban siendo investigados por supuesta actividad delictiva. Se creía que algunos eran miembros activos del Cartel de Sinaloa, y 457 ya tenían cargos en su contra.
El mismo Ejercito se estaba desintegrando. Algunos soldados se iban por miedo, a otros atraían mejores ofertas. El esto de los Zetas subrayaba los beneficios que esperaban a quienes llevaran sus habilidades militares al lado oscuro, sobre todo tomando en cuenta los salarios infames, las duras condiciones de vida y la humillación por parte de los oficiales que eran el PAN de cada día en los cuarteles. Entre 2000 y 2006 desertaron 123.218 miembros del Ejercito, dos tercios de los 185.143 con los que había iniciado Fox. En estas circunstancias desesperanzadas llegó a su fin el sexenio de Fox (… y su lucha oficial contra los negocios de la Droga en Mexico; anotación de la redacción de CATRACHO global).
La Gran Recesión (2008), combinada con la escalada de la violencia, interrumpió los flujos de inversión extranjera, con consecuencias devastadoras para el cinturón de maquinadoras (en la región fronteriza entre Mexico y EUA, anot. de la red. de Catracho global). Ciudad Juarez, la ciudad con la mayor concentración de empleos de ensamble y exportación, se llevo el golpe mas fuerte. El empleo fabril, que había caído en cincuenta mil durante la década, perdió ahora casi otros cincuenta mil empleos, una cascada que se escurrió de 214,272 en julio de 2007 a 168,011 en diciembre de 2009, una disminución del veintidós por ciento. Tijuana cayo veintiuno por ciento. Otro golpe: como los mexicano-estadounidenses en EUA pasaban por tiempos difíciles, su capacidad para enviar remesas al sur se diluyó, y en 2009 Mexico sufrió un declive del dieciséis por ciento de este influjo vital. A nivel nacional, diez millones de personas cayeron bajo la linea de pobreza entre 2006 y 2009. Los economistas señalaron que, en compensación parcial, la llamada economía informal creció casi en un millón de empleos de 2008 a 2009, aunque muy pocos meditaron en que un numero considerable de esos puestos no los crearon intrépidos emprendedores independientes, sino el sector mas grande de negocios que se mantenía en pie. Los carteles contrataron a los desempleados para cualquier cosa, desde camellos hasta asesinos, un prospecto atractivo (dada la falta de alternativas) especialmente para la juventud, que salía de las escuelas a tropezones hacia las calles. En Ciudad Juarez, un estudio de 2010 descubrió que 120,000 jóvenes juarenses de trece a veinticuatro años – cuarenta y cinco por ciento del total – no estaban inscritos en ninguna institución educativa ni tenían empleo formal. En vez de ello, muchos blandían las Kalashnikovs y las AR-15 de los carteles, y pasaban así de ser estudiantes de prepa, a sicarios con cara de niños, listos para matar por dinero. (EL precio corriente por cadáver en Juarez eran ochenta y cinco dólares, alcanzaba a pagar una semana de cervezas y tacos.)
EL CASO HONDURAS:
(Texto – en parte – tomado de un articulo de Daniel Figueroa, Vice presidente del Banco Central de Honduras, para el libro «La Deuda Externa de Honduras», publicado por editorial guaymuras en 1997)
El origen del endeudamiento externo de Honduras y los problemas que esta genera se pueden situar en nuestra historia en el siglo pasado, cuando el gobierno de la naciente nación contrajo deudas con el Reino Unido y Francia para financiar la construcción del denominado Ferrocarril Interoceánico, proyecto que nunca se realizó; sin embargo, la deuda se pagó en su totalidad debido a las presiones que ejercieron en aquel entonces los gobiernos de los países acreedores.
Durante la primera mitad de este siglo el endeudamiento fue casi nulo. A partir de 1955 se empieza a captar ahorro externo con el fin de reactivar la economía. La deuda en ese año era de aproximadamente US$ 50.000; para 1960 había ascendido a US$ 15 millones (4.4% con respecto al PIB); en los inicios de 1970 alcanzaba los US$ 150 millones (21% con relación al PIB); en 1980 era de 1.493,3 millones (65% en relación al PIB); al empezar esta década (los años 90 del siglo pasado, nota de la redacción) había ascendido a US$ 3.571.6 millones (127.3% del PIB) y al final de 1995, la deuda total de Honduras era de US$ 4.286.2 millones (113.5 % del PIB).
Honduras, igual que otros países subdesarrollados, inicia en el decenio de los 70’s, un rápido proceso de endeudamiento con el propósito de financiar proyectos de sustitución de importaciones y desarrollo de infraestructura. Coadyuvó al proceso, la afluencia de recursos financieros en mercado, como resultado del «boom» del petróleo.
La parte del financiamiento destinado a los proyectos de sustitución de importaciones se otorgó en su mayoría al sector privado, financiamiento que contaba con la garantía del gobierno. Al fracasar muchos de estos proyectos, el gobierno tuvo que asumir el costo financiero de estas obligaciones, con el fin de mantener la credibilidad crediticia del país en el mercado financiero internacional. Hay que destacar que el saldo de estas deudas se ha reducido considerablemente mediante mecanismos de conversión y privatizacion de activos. Existe firme compromiso de este gobierno en solucionar los saldos restantes mediante mecanismos de renegociación.
El resto de la deuda adquirida fue destinada al desarrollo de la infraestructura nacional con fondos provenientes en su mayoría de organismos multilaterales, entre ellos el Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y otros. Con el tiempo, estas obligaciones se convirtieron en el mas serio problema con respecto a la deuda externa del país, debido a que estos organismos, por su naturaleza, normalmente no reestructuran ni condonan deudas.
Ademas, el servicio de la deuda de los principales acreedores multilaterales esta compuesta en un alto porcentaje por obligaciones en divisas duras o en canastas de monedas con mantenimiento de valor. Por lo tanto, la volatilidad en el mercado cambiario internacional produce fluctuaciones, incrementos tanto en el servicio de la deuda como en el saldo de la misma, expresado en dólares estadounidenses, moneda principal de las transacciones del país. Solo como ilustración del impacto que este perfil de la deuda causa, en 1994 los ajustes por tipo de cambio hicieron que el saldo de la deuda se incrementara en US$ 73.9 millones, en su mayor parte correspondientes a organismos multilaterales.
La crisis de los ochenta
El movimiento alcista de las tasas de interés y la reducción en los plazos durante los inicios de los 80 produjo un incremento en el servicio de la deuda, especialmente la de tipo comercial. Para nuestro país el problema se manifiesta en su mayor intensidad a mediados de la década de los 80, cuando el periodo de gracia de una proporción importante de prestamos estaba finalizando. Adicionalmente, los organismos multilaterales de financiamiento incursionaban en el mercado financiero en busca de recursos para satisfacer la demanda de fondos para nuevos proyectos, transmitiendo el incremento en los costos financieros a su propia cartera.
En términos de servicio de la deuda, este pasa de 1,4% de las exportaciones en 1980, a un promedio de 49.8 % a inicio de los 90. Este incremento en el servicio de la deuda y un crecimiento lento de las exportaciones, prácticamente agotaron las reservas monetarias internacionales, entrando el país en una crisis financiera, al acumular niveles considerables de atrasos en el servicio de la deuda.. Al iniciar los noventa, los atrasos acumulados eran alrededor de US$ 700 millones, de los cuales US$ 249.9 millones correspondían a organismos multilaterales, US$ 244.7 millones a la deuda bilateral y US$ 205,4 millones a otros acreedores.
Es importante mencionar que la falta de reservas internacionales monetarias para servir la deuda, motivada como ya se mencionó por el aumento del servicio de la misma y un lento crecimiento de las exportaciones, también se vio afectada por una expansión del nivel de las importaciones. Más aún, esta carencia causó una presión excesiva sobre la tasa de cambio, con efectos indeseables sobre otras variables económicas y sociales.
Para contrarrestar estos efectos negativos, sanear la economía y recuperar la credibilidad financiera internacional del país, a principios de 1990 se establece, con el apoyo de varias instituciones multilaterales, un programa de ajuste diseñado con ese fin. Parte de este programa incluía el pago de los atrasos en el servicio de la deuda externa, los cuales fueron cancelados mediante un préstamo puente financiado por varios países amigos (Venezuela, Mexico, EEUU), completados con un préstamo a largo plazo de Japón y una donación del gobierno de EEUU. El pago de estos atrasos permitió recibir desembolsos de prestamos previamente negociados, así como la firma de un acuerdo de Stand By con el Fondo Monetario Internacional (FMI), requisito indispensable para la participación de Honduras en algunos mecanismos de reestructuración de deuda, como el Club de Paris, donde se negocian algunas deudas de tipo bilateral. …..
El crecimiento de la deuda externa durante los primeros cinco años de los noventa es de un 20%, siendo importante mencionar que en esta relativamente baja expansión se incluye la extinción de aproximadamente US$ 500 millones por parte de varios países amigos y algunos desembolsos son resultado de reestructuraciones de deudas anteriores que han sido transformadas a términos concesionales. El resto de los desembolsos (prestamos contratados después de 1993), provienen de prestamos contratados igualmente en términos concesionales.
Indicadores de la deuda
Según el Banco Mundial, existen dos formas de medir si un país esta severamente endeudado.
Primero, el promedio de uno de dos indicadores básicos se mantiene por encima de los niveles considerados como críticos durante tres años consecutivos. Los indicadores para Honduras y los niveles críticos son los siguientes:
Segundo, cuando al menos tres de cuatro indicadores básicos que se señalan a continuación y, por un periodo de tres años, están sobre los niveles considerados críticos.
El Banco Mundial clasifica a Honduras como «un país con bajo ingreso y severamente endeudado», con problemas mucho mas severos que algunos países africanos de la región Sub Sahara, y comparable en Latinoamérica únicamente con Nicaragua, Bolivia y Guyana, que son en conjunto los cuatro países del continente americano que reciben esta clasificación.
La deuda externa en relación al gasto
En el Presupuesto Nacional de la República (TP) de 1995, el servicio de la deuda externa (SDE) representa un 27.0%, en comparación con un 4.3% que se destina a la salud (SL), y 3.9% a la educación. La suma de lo gastado en salud y educación es un 30.4% de lo presupuestado para el pago del servicio de la deuda externa. Las relaciones anteriores muestran lo difícil del panorama de los gastos financieros públicos y el peso significativo de la deuda externa publica, con relación a los aspectos sociales. Estos factores, en el caso de Honduras, producen un cuadro desalentador, al tener altos indices de analfabetismo y deficiencias en el sector salud, que impiden el desarrollo del capital humano necesario para lograr los niveles de crecimiento deseados.
Nota de la redacción de CATRACHO global: Que ha mejorado/cambiado en los 24 años desde 1995?
Proceso-presupuestario-alerta-2 (vea especialmente pagina 10 de este informe de FOSDEH sobre la deuda interna y externa)
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