Un historiador critico español reporta sobre los últimos días del agosto 1939; dos días antes de la Segunda Guerra Mundial:
28.8.1939 – Mejoría general de las perspectivas de paz. Chamberlain, insólitamente, salta por encima de Halifax, su Ministro de Asuntos Exteriores, y cablegrafía a Sir Howard Kennard, su Embajador en Varsovia, ordenándole aconseje al Coronel Beck que mande un plenipotenciario a Berlin. A las cuatro de la tarde, llega la respuesta de Beck a Chamberlain: «El Coronel Beck expresa su reconocimiento al Gobierno de Su Majestad y le autoriza a informar al Gobierno del Reich de que Polonia esta dispuesta a entablar inmediatamente discusiones directas con Alemania.» (Documents on British Foreign Policy, Volume II, pagina 333). A la misma hora, Dahlerus (nota de la redacción: Dahlerus es un sueco que esta dispuesta a mediar entre Inglaterra y Alemania a pedido de Hitler) comunica a la Embajada de Inglaterra en Berlin que a su vez debe informar al «Foreign Office» de que la invasión de Polonia ha sido retrasada hasta el 1 de septiembre al amanecer y que en consecuencia es urgente que la respuesta inglesa, oficial, a las proposiciones de Hitler del 25 de agosto y las de Dahlerus, de la vispera, llegue cuanto antes. A las 8:30 de la tarde llega Henderson a Berlin, con un dia de retraso. Es recibido dos horas después en la Cancillería con los honores debidos a los Jefes de Estado, pues Hitler quiere hacer muestra de buena voluntad y probar la impotencia que concede al acontecimiento. Hitler estudia la nota inglesa y promete dar respuesta el día siguiente. Mussolini, cuyo embajador en Berlin, Attolico, le mantiene informado al minuto, desea participar como mediador, propone a los gobiernos inglés, francés y polaco una Conferencia de los Cinco (con Alemania e Italia), pero le responden con una negativa.
29.8.1939 – Cuando todo parecía que seguía un curso general de distensión, nuevo golpe de teatro desde Varsovia. A las 13 horas, el Coronel Beck ordena la movilización general. La víspera, Beck ha prometido a Chamberlain que iniciaría negociaciones directos con Alemania, y hoy moviliza. Esas actitudes no son conciliables y demuestran que sus intenciones no son honradas. No son, ni siquiera, inteligentes. Los embajadores de Francia e Inglaterra en Varsovia, León Noel y Howard Kennard, visitan a Beck para protestar, indignados. Pero hay más: durante toda la noche, los informes alarmantes sobre los ataques de la D.C.A. polaca a aviones alemanes que aseguran el trafico con Prusia Oriental, asi como los referentes a incidentes en el Corredor, se amontonan sobre la mesa del Führer. Keitel, Jodl y Kluge visitan a Hitler: o se actúa inmediatamente o será preciso retrasarlo todo hasta la primavera siguiente, pues el crudo invierno polaco probablemente se convierte en un aliado del enemigo. Hitler, que generalmente no escucha a sus generales, ésta vez les promete que si las negociaciones no llevan a ningún resultado dentro de 48 horas, dará – ésta vez sin contraórdenes – la señal para la invasión de Polonia. Leopoldo III de Bélgica ofrece, una vez mas, su mediación, y lo mismo hace la reina Guillermina de Holanda. También lo ofrece, por enésima vez, Mussolini. Hitler responde a los tres que ésta de acuerdo, pero se dirijan a Varsovia, a quien hace meses pide mande un negociador. A las 19:15, Sir Neville Henderson es convocado en la Cancillería para recibir la repuesta de Hitler a la nota inglesa: Tono conciliador, pero firme: «el Gobierno Alemán cuenta con la llegada del plenipotenciario polaco mañana, miércoles, 30 de agosto de 1939 (Documents on British Foreign Policy). Sobresalto de Henderson. El plazo es demasiado corto. Inglaterra no podrá decidir en unas treinta horas, al Coronel Beck para que mande un plenipotenciario a Berlin. Estalla una violenta discusión entre los dos hombres. Punto de vista inglés: el plazo es corto. Punta de vista de Hitler: «Si el Coronel Beck se declaró dispuesto a entablar inmediatamente discusiones directas con Alemania el 29 de agosto a las 16 horas, y es de buena fe, debe estar preparado. Ademas, no puede esperar más. Están matando a alemanes en Polonia. Es el ultimo plazo que doy». Henderson pide a Lipski que vaya a verle en la embajada británica y le comunica que es preciso presione al Coronel Beck para que mande un negociador a Berlín. cuanto antes. Luego conferencia con Coulondre para que éste insista en el mismo sentido a Lipski. Henderson incluso ruega a Attolico que intervenga cerca de Beck. Finalmente, manda un telegrama a Halifax, informándole de la tempestuosa entrevista que acaba de tener con Hitler, e insistiendo en que la venida de un plenipotenciario polaco a Berlín, en el plazo dado por Hitler, es la única posibilidad de evitar la guerra. (Documents on British Foreign Policy, p. 322).
30.8.1939 – En todo caso, «el hombre de la calle», en Francia e Inglaterra, no sabe nada de ésto: lo que los titulares de la prensa le dicen es que Hitler quiere anexionarse Polonia. Hitler, entretanto, espera, en vano, la llegada del plenipotenciario polaco. En cambio, lo que si llegan son noticias de Polonia. En la ciudad de Bromberg, en Pomerelia (el Corredor), la chusma de incontrolados polacos ha llevado a cabo un «pogromo» bestial contra la población alemana. La encuesta de la Cruz Roja Internacional, el Libro Blanco publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich y las revelaciones de la Prensa Internacional hablan de ancianos castrados, mujeres con los pechos seccionados, criaturas de cinco y seis años de edad empaladas, públicas violaciones de muchachas. Según los alemanes, diez mil inocentes sacrificados por el populacho, según la Cruz Roja Internacional, que lo revelará semanas más tarde,, unos seis mil quinientos, entre muertos y heridos. En todo caso, las ultimas posibilidades de paz parecen irse al garete. Algo parece innegable: el gobierno polaco que ha permitido, cuando no alentado, las exacciones antialemanas para que los alemanes emigren de Polonia, se ha visto desbordado en el asunto de Bromberg. Incluso ha intervenido, con dureza, contra el populacho, la policía polaca, pero todo ha sido «muy bien organizado». Quien pudo ser? El «Intelligence Service», especialista es esa clase de menesteres? Hombres de mano de los llamados Poderes Fácticos? Probablemente, nunca se sabrá. A menos que se responda al adagio romano Is fecit cui prodest. El autor de un crimen es aquél a quien la comisión de tal crimen beneficia.
POR QUÉ?
Si: por qué? Por qué esa declaración de guerra? Por qué Inglaterra y Francia, los dos mayores imperios coloniales del momento, se meten, sin preparación, en una guerra contra un país que no les pide nada, más aún, que les ofrece su amistad? Por qué el Sionismo se erige súbitamente, en defensor de Polonia, el país de los pogromos? Por qué los paladines de la Democracia y del derecho de autodeterminación de los pueblos se oponen al derecho de autodeterminación de Danzig y hacen una guerra por un ferrocarril y una carretera? Por qué las plañideras internacionales que arman un escándalo espantoso por los excesos – indiscutibles – de la «Kristallnacht», guardan distraído silencio ante las exacciones polacas contra su minoría alemana y pasan, como sobre ascuas, sobre el crimen de Bromberg? Por qué un ferrocarril y una carretera y, si se quiere, un pequeño territorio – Danzig – con un máximo total de unos ochenta kilómetros cuadrados es motivo de una guerra, mientras las anexiones soviéticos, anteriores y posteriores al 3 de septiembre de 1939, y hasta el momento del ataque alemán a la URSS, que totalizan 6.349.000 kilómetros cuadrados poblados por más de 62.000.000 de habitantes* , merecen el placet y la alianza de los campeones de la Democracia? Por qué un ataque a Polonia desde el Oeste merece la guerra, mientras otro ataque al mismo país merece el aplauso de las democracias por el mero hecho de haberse realizado desde el Este? Podríamos continuar inquiriendo por qués que, creemos, han quedado expresa y tácitamente contestados en las páginas precedentes. La guerra se hizo porque los poderes fácticos repetidamente aludidos y expresamente nombrados arrastraron a la misma a los poderes legales, a los gobiernos de Inglaterra y Francia. Por si no bastan los testimonios aducidos hasta ahora, vamos a añadir unos cuantos testimonios de parte contraria, absolutamente irrebatibles que remachan lo ya demostrado: que la Segunda Guerra Mundial fue desencandenada por los BUENOS. Los BUENOS según la tesis masificadora e idiotizante de los mass media. (J. Bochaca, p.219)
- Desde el nacimiento, la URSS se había anexionado Carelia Meridional y Ucrania, y posteriormente Georgia, Armenia del Norte, Kazakhstan, Azerbidjan, Tadjikistan, Kirghizia, Turkmenistan, Tamutuva y la Mongolia exterior. Si añadimos las anexiones llevadas a cabo entre el 3.9.1939 y el momento de la invasión alemana de Rusia, es decir, Besarabia, Bukobina, Carelia Septentrional y media Polonia, mas los estados bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, llegamos a más de siete millones de kilómetros cuadrados y a 85 millones de habitantes – Algo más que Danzig! En extensión, y aritméticamente, 87.500 veces mas.
En anteriores obras ya hemos dicho quién forzó, obligó, a Chamberlain a dar el paso funesto del 3 de septiembre de 1939; pero en el contexto de la actual considero imprescindible repetir una de las revelaciones más asombrosas de la Historia, entresacada del diario de James Forrestal, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos:
«27 de diciembre de 1945.- Hoy he jugado golf con Joe Kennedy, embajador de Roosevelt en Gran Bretaña en los años inmediatos al estallido de la guerra. Le pregunté sobre la conversación sostenida con Roosevelt y Sir Neville Chamberlain en 1938. Me dijo que la posición de Chamberlain en 1938 era la de que Inglaterra no tenía que luchar y que no debería arriesgarse a entrar en guerra con Hitler. Opinión de Kennedy: Que Hitler habría combatido a Rusia sin ningún conflicto ulterior con Inglaterra, si no hubiese sido por la instigación de Bullitt sobre Roosevelt en el verano de 1939 para que hiciese frente a los alemanes en Polonia, pues ni los franceses ni los ingleses hubieran considerado a Polonia causa de una guerra si no hubiese sido por la constante presión de Washington. Kennedy replicó que ellos lo harían y que invadirían Europa. CHAMBERLAIN DECLARÓ QUE AMÉRICA Y EL MUNDO JUDÍO HABÍAN FORZADO A INGLATERRA A ENTRAR EN LA GUERRA.» (Fuente: The Forrestal Diaries, p. 221-222; citado de J. Bochaca, Los Crimenes de los Buenos, pa. 220)
Pero volvamos a los azarosos tiempos de la preguerra, en que Churchill, el todopoderoso político que nunca fue votado por el pueblo británico, le decía al General Robert E. Wood, en noviembre de 1936, que «Alemania se está haciendo demasiado fuerte y deberemos aplastarla otra vez». Esto lo atestiguó bajo juramento ese general norteamericano ante una comisión investigadora del Senado de su país. (Fuente: The New York Times, 5.2.1941)
Creemos útil relacionar una cita de Churchill que daría un tono grotesco a este debate si todo no hubiera terminado tan trágicamente para Occidente y en definitiva, para el mundo entero: «El Presidente Roosevelt me dijo un día que iba a solicitar públicamente que le fuera sugerido el nombre que convenía dar a esta guerra. Yo le proporcioné inmediatamente la respuesta: la guerra que no era necesaria. Pues no existió jamás otra guerra más facil de evitar que la que acaba de derruir lo que quedaba de un mundo tras el conflicto precedente.» (Fuente: Winston S. Churchill, Memorias, Tomo 1, p. 7); citado de J. Bochaca, p. 223).
Según su propio médico, Lord Morand, Churchill era un alcohólico ( Fuente: Lord Morand, Memorias), un enfermo de los pulmones y del hígado. Roosevelt aún más enfermo , a pesar de que sobre sus males se haya procurado mantener un misterio, precisamente en razón del papel que él jugó en el desencadenamiento de una guerra a la que los mass media quieren mantener a toda costa su carácter sagrada. (Fuente: Lord Morand, Memorias)
El 17 de septiembre, cuando es sesenta por ciento del ejército polaco ha sido puesto fuera de combate y el gobierno polaco, abandonando a los restos de su maltrecho ejército y a sus francotiradores ha huido a Londres, tres millones de soldados soviéticos inician la invasión de Polonia por el Este. Sikorski, Jefe del Gobierno polaco – Beck ha dimitido – tiene la humorada de pedir a los gobiernos ingles y francés, que no han movido un dedo para defender a Polonia contra el ataque alemán, que declararen la guerra a la URSS. Naturalmente, no hacen tal. Parece que la famosa garantía sólo garantizaba (ya se ha visto como) a Polonia contra un ataque viniendo del Oeste, pero no del Este. En resumen, el tan traído y llevado cheque en blanco resultó un cheque sin provisión. Nueve días después se rendirá Varsovia. (Fuente. Joaquin Bochaca, Los Crimenes de los Buenos, p. 227).
El 19 de septiembre, en Danzig, con la reincorporación de Danzig y el Corredor, Hitler daba la guerra por terminada, aún cuando quedaran algunos islotes de resistencia y la población civil, armada, en Varsovia. Hitler ofrece la paz. Nada pide a Inglaterra ni a Francia. A Polonia sólo se le va a arrebatar el territorio del Corredor (la llamada Pomeralia, o Prusia Central), históricamente territorio germánico. Danzig, naturalmente, es reincorporado al Reich. Si la última propuesta a Polonia fue un ferrocarril y una carretera, ahora, tras la guerra, el Reich recobra el territorio del Corredor. Se ha dicho que esto era una deslealdad y una falta de plabra. No es cierto. La última oferta 8plebiscito en Danzig, ferrocarril y carretera extraterritoriales) fue hecha antes la ruptura de hostilidades. Luego vino la guerra. Es evidente que el precio ya no era, ya no podía ser el mismo. No, obstante, el precio no había subido mucho. Sólo el corredor. No se habla para nada de Posen, ni de Sudaneau, ni siquiera de la Alta Silesia. Pero al rechazar Londres y Paris la oferta de paz de Hitler, la guerra continuó y era lógico que el precio continuara subiendo: los territorios antes mencionados, que en Versalles le fueron arrebatados al Reich, volvieron a la soberanía de éste. Con el núcleo racial polaco, alrededor del antiguo Gran Ducado de Varsovia, se constituyó, mientras duró la ocupación alemana, el llamado «Gobierno General de Polonia», con una cierta autonomía administrativa interna, pero evidentemente, sujeto al Reich, en razón de la continuación de la guerra. Una nueva propuesta de paz de Hitler, el 6 de octubre de 1939, no fue siquiera contestada por Londres y Paris. (Bochaca, p. 227-228)
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