(tomado del libro de Antonio Canelas Diaz, El estrangulamiento económico de La Ceiba 1903-1965, Editorial Guaymuras, 2a edición 2009)
«Este periodo duró diecisiete años; inició el 23 de julio de 1903, con un pavoroso incendio que, «misteriosamente», se desató en la ciudad consumiendo todo el centro comercial. Quedaron reducidos a cenizas valiosos documentos: escrituras de viviendas y propiedades, y archivos de todos los periódicos y seminarios que desde 1894 se editaban en la ciudad, y en los que se hacia constar las arbitrariedades y atropellos que comenzaba a cometer el clan siciliano Vaccaro-D’Antoni contra las colonias francesa y española, así como los métodos mafiosos que utilizó para apropiarse de las propiedades y plantaciones de los llamados poquiteros.
Después del incendio de 1903, las tierras ejidales de La Ceiba comenzaron a desaparecer, e inmediatamente la Vaccaro Brothers Company reclamó la posesión legal de las mismas. El clan de la mafia siciliana, dueña de la Vaccaro Bros., fue acusada por la población de haber provocado el incendio, por lo que esta empresa emprendió una serie de acciones violentas típicas de la organización criminal conocida como la Cosa Nostra.
Once años después se repitió la historia. El 7 de marzo de 1914, otro pavoroso incendio de nuevo convirtió en cenizas el centro comercial de La Ceiba. Esta vez, las acusaciones contra la Vaccaro Bros. fueron más contundentes y violentas. El gobernador político de Atlántida, el general Antonio Monterroso, encabezó las protestas. Durante diecisiete años (1903-1920), La Ceiba se enfrentó valientemente a la compañia bananera de los primos Vaccaro-D’Antoni. La población era consciente de que estaba en riesgo de perder su libertad e independencia ante el peligroso clan.
En el sector ceibeño se han producido dos grandes movimientos huelguísticos; en primero, que estalló en 1920, participó toda la ciudadanía del Puerto, por lo que no se le puede tipificar única y exclusivamente como una huelga obrera. Fue planificada y dirigida por los finqueros independientes del Litoral Atlantico, cuyo presidente y líder era Jacobo P. Mungía. A eso se debe que a esta huelga se le llamara la «Huelga de los Poquitos».
Los poquitos lograron unificar las fuerzas vivas de La Ceiba, a través del seminario La Union Frutera, cuyo director era Mariano R. Post. Este combativo órgano de prensa apareció por primera vez en marzo de 1909, y fue clausurado por George R. Meyers, capitán del buque Sacramento, el 17 de septiembre de 1920. Los poquitos lograron convencer a los obreros, intelectuales, periodistas, comerciantes, ganaderos y al pueblo en general, de que era urgente unir esfuerzos para expulsar de La Ceiba a la mafia siciliana y a la Vaccaro Bros. Al final, La Ceiba perdió la guerra debido a tres causas:
- El efectivo papel de testaferro en favor de la Vaccaro Bros. que desempeñó durante toda la huelga el comandante de armas de La Ceiba y gobernador político de Atlántida, Antonio Ramón Lagos, hermano de la primera dama Anita Lagos de Lopez Gutiérrez. El Dr. Lagos dirigió los pelotones de soldados que ametrallaron a los obreros en La Curva, municipio de La Masica, y en la entrada de Mazapán, al final de la calle ocho, esquina opuesta al Hotel Paris. Estos hechos sangrientos hicieron que los obreros depusieran su actitud hostil y regresaran a sus labores.
- La toma militar de La Ceiba por las tropas estadounidenses del crucero Sacramento, y el abierto emplazamiento del capitán de este navío, George Meyers, de bombardear la ciudad si la huelga no finalizaba.
- El gobierno de Rafael Lopez Gutiérrez dejó de apoyar la huelga ante la seria advertencia de la Embajada Americana en Tegucigalpa, y del capitán George Meyers desde La Ceiba, de que su gobierno sería depuesto si no cambiaba de actitud. Lopez Gutiérrez abandonó a los ceibeños a su suerte.
El otro movimiento huelguístico relevante que se dio en el Litoral es el de 1954, donde participaron exclusivamente los trabajadores de la Standard Fruir Company. A decir verdad, para La Ceiba, este movimiento huelguístico no tuvo la importancia que alcanzó el de 1920.»
(Como segunda etapa Canelas Diaz describe la «colonización de La Ceiba por la Standard Fruit Company» … seguidora de Vaccaro Bros.)
Se puede ver que en Honduras las alianzas/cooperaciones entre el crimen organizado/la mafia, negocios legales hasta ilegales, militar y políticos/gobiernos del turno ya tienen una «gran tradición».
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Por qué nos quejamos y asustamos los cebeiños de la abundancia de ladrones en todos estratos de la administración publica. Todos somos culpables, así es que dejemos de continuar haciendo el triste y nada agradable papelito de victimas inocentes! Quien lleva los ladrones a poder? Pues nada más y nada menos que el pueblo con sus votos, terminando por alabarlos con la esperanza de participar en el festín
Sinceramente, gran parte del pueblo admira a los ladrones, esto es algo duro y cruel pero real, y se burlan de los honestos. Las personas honradas, !desengañamémonos!, por muy capaces que sean nunca serán electos por el pueblo a los cargos publicos: porque las personas capaces no son manejables y no ceden así nomás ante las argollas de las cúpulas que manejan y controlan los partidos politicos.
Pagina 200:
Cuando el pueblo ceibeño despertó de esta ilusión ya era demasiado tarde. Jamás el ferrocarril de la bananera vino a satisfacer las necesidades comerciales de la comunidad. Comenzaron por ponerle obstaculos a las fabricas y a la industria de la ciudad sobre todo en el acarreo de la materia prima, obligando a las empresas al cierre definitivo de sus operaciones.
La mercadería que se importaba y que venía consignada a los almacenes y bazares, sufrió retrasos en la entrega hasta por diez meses. Los barcos de la Vaccaro Line dejaban >olvidados< grandes bultos de pedidos de lencería y aparatos domésticos en el muelle de Nueva Orleans, o se perdían en la escala que hacían los vapores en La Habana.
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