- Introducción
Los inicios de la industria maquiladora en Honduras se registran desde los años ochenta con el impulso de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, luego de la Revolución Sandinista en Nicaragua, la cual provocó cambios profundos y duraderos en el país nicaragüense. La dictadura somocista, que había gobernado el país como una hacienda privada durante 40 años, fue derrocada y abrió una nueva etapa en esa nación.
Luego, en 1983 el congreso de Estados Unidos aprobó la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, un programa que nació mediante la Ley para la Recuperación Económica, contenía medidas arancelarias y de comercio. Su objetivo principal era otorgar entrada libre de impuestos a Estados Unidos de los productos originarios de Centroamérica y las Islas del Caribe, como también había un objetivo político y era aislar comercialmente a Cuba y Nicaragua; y otro económico, que buscara la apertura de las fronteras y la entrada libre de impuestos a EUA.
Con la Iniciativa de la Cuenca del Caribe se fue conociendo poco a poco una reestructuración del capitalismo mundial y una nueva división internacional en la que los países subdesarrollados, entre los cuales se encontraban los países centroamericanos, estos ofrecían una fuerza de trabajo muy barata y esto permitía que los países centrales sacaran beneficio de ello, convirtiéndose la maquila en un enclave industrial muy caracterizada por la excepcionalidad arancelaria y los bajos costos de la mano de obra. Desde un inicio se instaló en zonas francas donde opera el capital extranjero, básicamente se compone de fábricas que ensamblan partes importadas desde EUA para ser exportadas nuevamente a los mercados centrales
Prontamente, a medida que los años iban pasando y la industria de la maquila se iba asentando en Honduras, hubo varios acontecimientos que terminaron afectando de gran manera a este rubro. Una de ellas, fue la crisis de EUA en el 2001, con la quiebra de las empresas.com y la integración de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) cuando se da por concluido el Acuerdo Multifibras en 2005, que puso cuotas por país a la producción de telas y vestimenta, con esto se agudizó la competencia a escala internacional y la maquila en Honduras se vio fuertemente afectada, ya que en el mercado mundial de telas y vestimenta se estaba imponiendo un país que ofrecía mejores productos a los precios más reducidos.
Aunque, en el 2006 Honduras tuvo un leve crecimiento económico a través del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA), pero al final esta estabilidad duró muy poco, ya que los países dependientes al mercado estadounidense serian golpeados por la crisis de 2008-2009, la más fuerte en la historia de EUA. En Honduras representó una caída drástica de exportaciones de ropa, cierre de fábricas, desempleo y una serie de hechos que agudizaron la crisis de la maquila en el país. Aun así, a pesar de que la industria maquiladora en Honduras ha pasado un periodo de profunda inestabilidad desde 2001, no ha perecido, sigue siendo un sector altamente significativo para el crecimiento económico del país.
Este libro ayuda entender que la maquila en Honduras no se puede ver como algo separado de la economía nacional, sino como una parte sustantiva de la economía nacional, ambas van tomadas de la mano. Ya han transcurrido casi tres décadas de politicas neoliberales y una estrategia de desarrollo orientada por los capitales monopólicos en Centroamérica, se ha consolidado una dinámica económica que se fundamenta en la desigualdad y exclusión. Asimismo, se describe cuál ha sido el desarrollo histórico de la industria maquiladora en Honduras y qué ha ocurrido para que siga de pie en medio del huracán global de la competencia capitalista. De igual manera se detalla cómo los trabajadores de la maquila son cruelmente esclavizados y explotados por empresarios extranjeros a cambio de salarios verdaderamente precarios.
- CRISIS Y MUNDIALIZACIÓN.
Ruptura del ciclo de reproducción del capital y superexplotación
Este subtema del libro empieza hablando de cómo los países centrales se fueron posicionando en el mercado de la industria maquiladora y adueñándose de una clase trabajadora que desde el principio fue explotada y esclavizada. Todo esto comenzó a partir de los 70’s, el modelo de crecimiento comandado por los países imperialistas entró en crisis y una serie de fenómenos daban cuenta de que el crecimiento iniciado 30 años antes, había llegado a su fin.
Esto provocó que iniciara una nueva etapa del imperialismo o del capitalismo llamada la mundialización. Esta etapa fue cuando el panorama cambió totalmente, viéndose beneficiados los capitales monopólicos. La crisis mundializó el predominio de los países imperialistas sobre los países dependientes, acentuando la desigualdad entre el mundo central y el periférico.
La respuesta del capital frente a la crisis de los años setenta siempre fue buscando su beneficio propio, algo que no es nada sorprendente de los países desarrollados. Desde hace muchos años hemos podido observar que los países centrales han venido haciendo lo mismo sin importarles que tengan que explotar a los países más pobres hasta conseguir lo que ellos quieren y pues, en este caso el punto de enfoque fue los países centroamericanos, especialmente Honduras ya que ofrecía una fuerza de trabajo abismalmente más barata y esto era lo que los países desarrollados andaban buscando luego de la ruptura de su ciclo de reproducción. Los países dependientes se terminaron convirtiendo en espacios productivos de los países desarrollados, como también en esclavos en donde la superexplotación en los trabajadores de los países subdesarrollados acabó siendo un dispositivo fundamental en respuesta a la crisis, hasta llegar a convertirse en ejes necesarios y articuladores de la cadena global del valor. Al capital extranjero lo único que le importa es producir más y más, se siente totalmente despreocupado de que la caída de los salarios pueda afectar la realización de las mercancías; entre más bajo caiga, mejor para ellos y es de esta manera como maximizan sus ganancias a costa de su dominación en territorios en donde la situación economía y social es muy precaria.
- Crisis y Reestructuración de la Industria del Vestido en Estados Unidos
A lo largo de los años la industria del vestido ha jugado un papel central en la configuración del capitalismo como sistema mundial. En la etapa actual de mundialización, la industria del vestido no ha perdido la característica de funcionar como una de las actividades ejemplares de la acumulación capitalista. Este auténtico eje de acumulación ha llegado a cada rincón del planeta buscando articular el mundo a un mismo ritmo de valorización dominado por capitales oligopólicos de economías desarrolladas.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el ciclo capitalista en la industria del vestido se caracterizó por una esfera de producción altamente rentable, pero después con la crisis de los años 70 el panorama positivo en esta industria cambió totalmente; la prosperidad “americana” llegó a su fin. La contracción de los mercados y la depresión económica provocó que las tiendas departamentales se saturaran de mercancías sin encontrar el consumo que las absorbiera, así que sus ventas bajaron de forma muy negativa hasta llegar al punto de sufrir quiebras, bancarrotas y endeudamiento afectando en su totalidad el ciclo de la industria textil en Estados Unidos. A partir de este fenómeno, pronto comenzaron a aparecer las listas de fortunas con los nombres de tiendas como Walmart, J.C Penny, etc., para convertirse en “abastecedoras”. Esto provocó que en 1997, los precios de ropa cayeran por debajo del incremento en el promedio del costo de vida en EUA y asimismo, la burguesía comercial logró entrar en una carrera hacia la baja en los precios de la ropa.
A principios de la década de 1990, más de la mitad de la producción del vestido que se vendía en EUA, se producía en su territorio, pero en 2003 esta cifra se había reducido a 10%. Esto se dio por el hecho de que la burguesía comercial ha elevado la tasa de plusvalía al proveerse de una industria de la confección que ha aumentado la productivas y ganancias pero sin la automatización de los procesos productivos; es decir, aumentando la intensidad del trabajo y la extensión de las jornadas laborales a los trabajadores de los países subdesarrollados.
Al final todos los aspectos mencionados anteriormente indujeron a la desindustrialización generalizada de la industria del vestido en los países centrales, especialmente de Estados Unidos a través del descenso del número de trabajadores en el rubro. Cabe mencionar, que la desindustrialización de EUA no representó un estancamiento de su economía. Mientras caía la producción manufacturera y se reducia el empleo en este sector, aumentó el número de trabajadores en el sector servicios. En este sentido se puede decir que la economía estadounidense y las economías centrales, pasaron de un patrón industrial de reproducción capitalista a un patrón importador de mercancías y generador de servicios.
- REESTRUCTURACIÓN INTERNACIONAL DE LA PRODUCCIÓN:
Hacia la formación del eslabón más débil
La reestructuración industrial mundial en la cadena global del vestido fue empujada por la necesidad capitalista de bajar los precios de las mercancías, sin que esto significara dejar caer la tasa de ganancia. Esto se fue logrando, con la explotación de la fuerza de trabajo en países subdesarrollados y mediante la importación generalizada de indumentaria por países desarrollados.
La industria del vestido se automatizó en todas sus etapas productivas, menos en la etapa que corresponde a la confección de la prenda que, sin atomizarse, se transfirió a países subdesarrollados. Esto ha significado que, la etapa particular de la confección ha aumentado la productividad sin automatizarse. A partir de finales de los años 80, mientras la industrial textil aumentaba la composición orgánica del capital, la etapa de confección integraba una nueva fuerza de trabajo superexplotada que producía valor desde la intensidad del proceso laboral y desde la extensión de las jornadas de trabajo, permitiendo de esta manera aumentar la tasa de plusvalor y contrarrestar la caída de la ganancia. Fue de esta manera como la industria de tela se automatizó, mientras que la etapa de confección en vez de automatizarse, se relocalizó en las regiones con fuerza de trabajo precaria. Desde entonces, la etapa de la confección se convirtió en el eslabón más débil de la totalidad de la cadena productiva del vestido. La transferencia de la confección a países subdesarrollados, donde existe fuerza de trabajo más barata, y el aumento de la producción en esta etapa, se componen como las motivaciones más importantes que incentivaron la relocalización de la industria del vestido.
Es importante mencionar que la desindustrialización no fue generalizada, sino que ocurrió a través del proteccionismo de libre comercio. La etapa de la producción de tela y de la confección tomó caminos diferentes y, mientras el Estado apoyaba el desarrollo de la primera con politicas proteccionistas, liberalizaba el mercado para la segunda con el objetivo que se fuera edificando como el eslabón más débil de la cadena global del vestido, al transferirse al mundo subdesarrollado. La industria textil se protegió a través del Acuerdo Multifibras, de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe y, posteriormente, a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) convirtiéndose en el mayor galardón.
Mientras esto ocurría, la etapa de la confección no recibía apoyo estatal, sin aumentar el capital fijo y, por tanto, sin automatizar los procesos de trabajo. De esta manera, se produjo un distanciamiento espacial en el seno de la esfera productiva, entre la industria textilera monopólica que se mantuvo en los estadounidenses, empleando fuerza de trabajo calificada, y la industria de la confección que se relocalizó fuera de las fronteras, empleando una fuerza de trabajo superexplotada para aumentar la producción. Desde entonces, la fuerza de trabajo de la confección se convirtió en algo radicalmente diferente a lo que era durante la etapa anterior a la industria del vestido en economías centrales. En este sentido, se transformó todo el proceso productivo de la industria del vestido, pero cada etapa productiva tuvo su particularidad.
Cabe resaltar que, a partir de 2001, la crisis de la economía estadounidense y la integración de China a la OMC generó una reestructuración de las cadenas globales de indumentaria y la industria de tela se relocalizó fuera de EUA así como ocurrió con la industria de confección.
En fin, se puede decir que la rentabilidad de las cadenas globales del vestido ha buscado absorber la mayor cantidad de vida de los trabajadores sin importar su reposición. El objetivo siempre fue aumentar la tasa de plusvalor y, desde entonces, ese objetivo ha recaído sobre la explotación de ejércitos de trabajadores del mundo subdesarrollado, particularmente mujeres y jóvenes por la necesidad capitalista de recuperar las tasas de ganancia que se desplomaron por la crisis de sobreacumulación iniciada en los años 70. Esto se dio a través de la construcción en los países centroamericanos de enclaves industriales para la exportación de confección: las Zonas de Procesamiento para la Exportación; islotes industriales libres de impuestos, espacios del capital trasnacional absolutamente desvinculados del mercado nacional en donde únicamente se reciben insumos importados que, tras ser confeccionados o ensamblados, son reexportados. Estas Zonas Francas simplemente llegaron para aprovechar la precariedad de la población y el acceso a mano de obra barata porque estaban desarticuladas y pauperizadas. No llegaron a Centroamérica con el objetivo de desarrollar las economías subdesarrolladas y encaminarlas al progreso, sino que llegaron interesadas en que se perpetúe el subdesarrollo y dominación de los países centrales. No en vano se puede observar que la realidad de los países centroamericanos es cada vez más precaria desde los años 70 y un ejemplo muy claro de esto, es la industria maquiladora en Honduras.
- Honduras en el capitalismo dependiente
La maquila del vestido en Honduras se divide en 2 etapas:
- Primera Etapa: Se dio entre 1990-2001, esta consistió en el auge la maquila de confección en el territorio hondureño.
- Segunda Etapa: Esta se registra desde el año 2001 hasta a la actualidad con la crisis y reestructuración de la maquila en Honduras.
En la época de oro de la maquila (1990-2001), en este periodo solamente la industria de la confección se transfirió a los países subdesarrollados. Caracterizada por el uso intensivo de la fuerza de trabajo y por el poco avance técnico en sus procesos laborales, se transfirió a los países centroamericanos cobijada por el régimen de producción compartida. Bajo esta modalidad, EUA importaba ropa confeccionada en países centroamericanos con tela cortada y fabricada en EUA. En esta primera etapa, las empresas textileras y las empresas comerciales tenían el control sobre el proceso de producción y circulación del capital. Se relocalizaba en los países centroamericanos desde un modelo de producción flexible y just in time, en el cual surgía un número creciente de empresas subcontratadas que producía al ritmo impuesto por los grandes capitales comerciales encargados de hacer circular y vender las mercancías en los mercados centrales. Es aquí donde la reestructuración productiva configuró una nueva clase trabajadora caracterizada por la precariedad y los bajos salarios. En Honduras son fundamentalmente migrantes, distante de la experiencia sindical organizativa y las conquistas laborales históricas de la clase trabajadora.
Un rasgo fundamental de esta esclavización por los capitales monopólicos ha sido la incorporación masiva de mujeres a la fuerza de trabajo. En los inicios de la década de los 90, el 80% de los trabajadores en la maquila hondureña eran mujeres jóvenes, las cuales se concentran en las categorías profesionales más bajas y suelen recibir salarios inferiores que los de los hombres; son operadores de máquina, no son capacitadas y trabajan a ritmos altamente intensos.
En 1990, como se ha señalado la industria maquiladora creció exponencialmente. En 1990, se registraron 38 establecimientos maquiladores y 10 años después la cifra había subido a 230, de los cuales 66% eran de la industria de confección.
Si bien es cierto, la industria maquiladora tuvo su época de oro pero funcionó siempre bajo un modelo de subcontratación, generadora de poco valor agregado, lo cual implica poca inversión en maquinaria y el mayor costo de producción está en la mano de obra.
En la actualidad, se puede seguir observando que hay varias empresas comercializadoras que llegan a cada rincón del planeta comprando indumentaria a empresas subcontratadas y desatendiéndose de las condiciones laborales bajo las cuales se producen las mercancías.
Por otra parte, es interesante mencionar que durante este periodo hubo una alta participación del capital hondureño pero esto no significa que la industria maquiladora de confección llegó a articularse con la industria nacional, por eso no es casualidad que la industria de confección se encuentre en parques industriales cercanos a Puerto Cortés, absolutamente desvinculados de la industria nacional.
Otro hecho importante que correspondió a la primera etapa del desarrollo de la industria maquiladora en Honduras, fue el peso significativo de capitales de origen asiático. En 1994, el 30% de los establecimientos maquiladores eran asiáticos, fundamentalmente de Corea del Sur y otro 30% de los establecimientos eran de capital estadounidense. Actualmente, esta correlación ha cambiado y el capital estadounidense tiene mayor peso que las demás regiones del mundo.
En la segunda etapa: crisis de la maquila en Honduras (2001-hasta a la actualidad), la industria maquilera cruzó por una etapa crítica que obedece, tanto a las contracciones del mercado de EUA iniciadas en 2001 y agudizadas con la crisis de 2008, como a la creciente incursión en el mercado estadounidense de la producción china y otros países asiáticos como Vietnam, Bangladesh e Indonesia.
Luego de la incorporación de China a la OMC y la liberalización total de los aranceles en 2005 para la entrada de su indumentaria en los mercados centrales, el panorama cambió totalmente para el país asiático ya que se convirtió rápidamente en el mayor abastecedor de ropa de EUA. Esto profundizó la competencia en toda la cadena global de producción, generando una crisis en la industria maquiladora de Centroamérica y una obligada transformación de los enclave para la exportación. Por ejemplo, en Honduras desde el año 2001 se registra un bajo crecimiento de establecimientos de la industria maquiladora y, a partir de 2005, se cerraron establecimientos. Se registra que el número de establecimientos de la industria del vestido bajó a una tasa mayor que la caída en el número de trabajadores.
A pesar de las condiciones adversas que se han generado para la industria del vestido en Honduras, el dominio estadounidense sobre la dinámica económica hondureña imposibilita que el país pueda diversificar sus exportaciones hacia nuevos mercados, dicha influencia extranjera no deja que Honduras salga adelante como debería de ser.
En esta misma etapa la industria textilera se relocalizó en Honduras, pero no implicó una revolución técnica para la industria de la confección, sigue siendo la etapa productiva de menor valor agregado, intensiva en el uso de la fuerza de trabajo. La razón que motivó la relocalización de la industria textilera de EUA en Honduras tiene que ver con la reducción de costos de producción en las cadenas globales de valor y para contrarrestar la caída de las tasas de ganancia que les presentaban.
De igual manera, una de las transformaciones más importantes de la segunda etapa de la industria maquiladora en Honduras, ha sido el creciente peso de las industrias de autopartes y la exportación de servicios a través de los call centers.
En pocas palabras, se puede decir que la nueva división internacional del trabajo ha ido desindustrializando a los países desarrollados e industrializando a los países subdesarrollados pero de una manera dominante y negativa, en donde el capital extranjero solo busca su propio beneficio. La clase trabajadora fue y sigue siendo con poca calificación y por alto grado de rotación. Es notoria la baja escolaridad de la mano de obra, así como la alta presencia de población joven y femenina. El empresariado de la confección solo busca comprar una fuerza de trabajo que sea “dócil” a su mando en aras de poder controlar cada uno de sus movimientos.
La educación de las trabajadoras y trabajadores de la maquila en su mayoría está en el nivel primario y sin esperanza de que puedan acceder al avance debido a las exigencias en los horarios de trabajo. No existen otras opciones, si antes de contar un trabajo no pueden estudiar por falta de recursos económicos al tener un empleo en la fábrica tampoco pueden hacerlo debido a los problemas con los horarios el alto costo de la vida y a los salarios que no ajustan para costearse estudios en institutos de segunda enseñanza. Los empresarios privados sacan beneficio de ello, la menor experiencia laboral de los trabajadores indica mayor desconocimiento de los derechos laborables y, por tanto, menor riesgo a que estalle la organización de los trabajadores.
- Conclusiones
De la industria maquiladora en Honduras se pueden dar varias conclusiones como también muchas críticas, es un tema muy fundamental de conocer y entender para poder comprender cuales son las debilidades que todavía hay en nuestro país.
La industria maquiladora hasta la fecha no ha generado innovaciones, excepto las construcciones de nuevas Zonas Industriales de Procesamientos (ZIP) más conocidas como parques industriales. Lejos de eso, lo demás ha sido prácticamente negativo, los trabajadores trabajan a diario en condiciones infrahumanas a través de la superexplotación y esclavitud. Los salarios son verdaderamente paupérrimos, porque los salarios o el aumento de estos dependen de la cantidad producida. Es poco común encontrar jornadas de trabajo de 8 horas, ya que los trabajadores las extienden para lograr percibir mayor ingreso.
En la actualidad se puede mencionar que la diferencia entre el número de mujeres y hombres es menos pronunciada de lo que era en la década de 1990. Pero aun así el estado de estancamiento en que se encuentra la industria maquiladora en Honduras no parece mostrar señales de cambio. El empleo en el sector no ha mostrado indicios de crecimiento y las condiciones de vida de los trabajadores se precarizan cada vez más
Es preocupante observar como el gobierno hondureño actúa según los intereses de capitales extranjeros o de los países más poderosos y un ejemplo claro de esto, es por la nueva ofensiva del capital que se inauguró en 2009 y se galardonó en el 2013, con la aprobación de la Ley de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE). Las ZEDE lo que único que hacen es hacer una destrucción deliberada de la soberanía nacional, no hay otra explicación para eso, si bien es cierto son un símbolo de la alianza del actual gobierno hondureño con el sector privado y el capital transnacional pero solo para beneficio de ellos. Se puede decir que son fundamentalmente la continuidad del enclave bananero, en su expresión más radical y adaptada al siglo XXI. En palabras muy sencillas se puede decir que, es un espacio dentro de nuestro territorio que ya no va a formar parte de nuestro territorio. El presidente Hernández acostumbra a defender la idea asegurando que simplemente ha adaptado las «mejores prácticas» de las grandes economías emergentes a la realidad del que es uno de los países más pobres y violentos del continente.
El Estado no percibe los beneficios económicos ya que los empresarios de la maquila no pagan impuestos sobre sus ganancias, no pagan impuestos de exportación de lo que venden fuera de nuestro país, no pagan impuestos por la materia prima que compran fuera, telas hilos y otros materiales. No pagan impuestos de introducción sobre la maquinaria y otros artículos que traen para sus talleres.
La maquila según los empresarios y el gobierno es la solución a los problemas del desempleo y de los ingresos de las familias para la alimentación, pero eso no es del todo cierto. La capacidad de compra de quienes trabajan como operarios es mínima, sus ingresos se destinan exclusivamente a la comida y pequeños artefactos baratos y de mala calidad. Ninguno de los obreros y obreras de las empresas maquiladoras tiene la capacidad de ahorro, mucho menos cuando cuentan con responsabilidades hogareñas.
En conclusión, se puede decir que es algo muy irónico que se conmemore 1 año más de la independencia de nuestro país, cuando esto totalmente no es así porque de independencia no tiene absolutamente nada.
Por otra parte, las condiciones infrahumanas es una problemática muy grave en las maquilas, porque los trabajadores constantemente padecen de enfermedades físicas y psicológicas sin ser escuchados por los supervisores que cumplen con la asignación de los empresarios cuidando los intereses de los dueños de esas empresas.
José Gamero dice
Buen día. Me gustaría recibir la bibliografia en la cual basó su ensayo y si es posible imágenes de las condiciones en las maquilas, para ver realmente a qué se refiere cuando dice condiciones «infrahumanas».
Rudolf Lauff dice
El libro mencionado es la fuente. Se trata de un trabajo investigativo bien fundado. Su lenguaje a veces es de terminología marxista pero aún así objetivo en su análisis y juicio final. En general es una contribución para la discusión sobre las maquilas, sus opciones y sus riesgos. Las ventajas se puede leer en las múltiples publicaciones de los inversores y beneficiados de las maquilas internacionales, pero muy pocos textos toman este tema desde el punto de vista de los miles de trabajadores. Con este libro se «llena este vacío».