Un texto tomado del libro de la profesora española Cristina Martín Jiménez con el titulo: ‘La Tercera Guerra Mundial ya esta aquí’
El precio de las vacunas va desde los tres euros por dosis de la Oxford-AstraZeneca, hasta los 31 de Moderna. Además, para viajar te obligan a hacerte una PCR, que puede costar entre 90 y 150 euros. Las grandes empresas multinacionales se están enriqueciendo desorbitadamente con productos financiados con dinero publico. Un estudio reveló que 97% de la inversión para desarrollar la vacuna de AstraZeneca hat sido público. Y nos hablan de libre mercado? Es vergonzante. Este patrón de subvenciones a las megacorporaciones continuará con las «políticas verdes» que, obviamente, también estarán pagadas con nuestros impuestos.
Mientras los nuevos señores feudales esquilman a las clases medias y experimentan con la población mundial, a la que ha convertido en conejillos de indias, los casos de muertes y enfermedades causadas por las «Vacunas COVID» no cesan de aparecer. Y eso que hacen lo posible por ocultarlos … Hasta el 25 de abril de 2021 se ha registrado en la base de datos FEDRA de la Agencia Española de Medicamentos un total de 17.297 notificaciones de acontecimientos adversos debidos a las «vacunas COVID», de las que ya se han administrado en España 14.290.507 dosis (a la fecha de este informe).
COVID y la deuda
El incremento de la deuda de Estados Unidos es del 22,5% y se prevé que en los siguientes seguirá creciendo hasta alcanzar el 136,9 % en 2025. Este elevadísimo volumen de deuda publica conlleva un gasto monumental en intereses: en el año fiscal 2019 fueron 327.000 millones de dólares, que aumentarán en los próximos años, más aún si la Reserva Federal sube los tipos de interés. De hecho, se sospecha que el endeudamiento puede ser tan elevado que podría provocar recortes en servicios públicos como la educación y la salud.
Por su parte, el informe de FAE Business School señala que China, pieza clave en el conjunto de la economía y geopolítica mundial y lugar en el que se sitúa el origen de la «pandemia», alcanzó en 2020 un endeudamiento de 61,7%, lo que supone 8,9 puntos más respecto a 2019 (52,6%). En cuanto a la evolución de la deuda, todo apunta a que va a continuar un ritmo ascendente hasta situarse en el 78,1% del PIB en 2025.
Rusia es otra de las economías que también están siendo afectadas por la «pandemia». En 2015, su deuda era del 15,3% del PIB; en 2019 disminuyó hasta el 13,9%, para de nuevo aumentar hasta el 18,9% en 2020. Se prevé que en los próximos años su endeudamiento irá disminuyendo levemente hasta alcanzar el 17,9% en 2025.
Si hablamos de America Latina, el endeudamiento medio en 2020 alcanza el 79,3% del PIB, lo que supone un aumento de 10,4 puntos en términos interanuales, y se espera que en los próximos años experimentará una ligera caída hasta llegar al 77,9% en 2025. El incremento anual de la deuda pública brasileña es del 11,9%, y el de Argentina, del 6,3%.
En definitiva, los Estados soberanos están adquiriendo una deuda pública de tal calibre que solo los megamillonarios podrán comprar. Además, las condiciones de los préstamos que ofrece el Fondo Monetario Internacional son asfixiantes, hasta el punto de que vulneran las soberanías nacionales.
Con todo lo dicho, una pregunta se me antoja inevitable: en semejante situación geopolítica y económica, a quienes pertenecerán las naciones? Algunos ya se frotan las manos al pensar en el botín. …
El establishment globalista nombra como enemigos a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Iván Duque, Vladimir Putin, Victor Orban y otros gobernantes y politicos que representan, o bien una postura nacionalista y soberana contra el globalismo elitista, o bien una resistencia a ser integrado en su sistema de vasallaje. Que el gobernante en cuestión sea un tirano no es relevante. Ese no es el problema. Si es un tirano títere, es un aliado; si es un tirano contrario, es un enemigo. No se trata de defender la libertad ni la democracia. La retórica de la libertad es utilizada para imponer la represión de derechos. El derecho a la información – reconocido en las Constituciones democráticas – acaba transformado en el derecho a la «conspiración por el bien».
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