Hace mucho tiempo vivimos en medio de una voragine de peligro. Por la droga y la tolerancia infame de nuestros gobiernos ambiciosos y desleales. Ya sean azules, amarillos, verdes o rojos. Eso lo sabe todo nuestro pueblo. «Urge un cambio» dicen en el pueblo.
Yo me pregunto: pero donde estan? Las mujeres hondureñas todavia no estan preparadas para gobernar un pueblo machista como el nuestro. Por favor hagamos historia!
La mujer hondureña se educa primero como: aprendiendo a valorarse à si misma, aprendiendo a concientisar su responsabilidad sagrada de esposa y madre. Ser ejemplo de sus hijos con amor, respeto, educación y disciplina. Aprender a dirigir sus hijos enseñandoles con ejemplos de buenas costumbres como es la educación, la honradez y lealtad. Esas virtudes no las encontrarán nuestros muchachos a travez de maestros, ni en escuelas, ni en colegios, ni en universidades en ningun país del mundo. Esas virtudes son herencia de su hogar y mucho menos si nacieron en cuno de oro. Cuando crecen pensando que todo se lo merecen por su dinero y posición eso hace daño en su prepotencia por todo su vida.
Que la mujer hondureña dejó de ser compañera sometida que se convirtió en la fiera del hogar, dicen? Eso es el resultado de los malos compañeros llamense esposos ò amantes. Las obligaron a aprender de defenderse de los mal nacidos ò mal orientados por los padres que les hicieron sentir desde que nacieron y les dijeron: «Usted es un macho, nació hombre» y los mal educaron.
Perdonalos, Señor. En estos ‘tiempos modernos’ todo es diferente. Estamos peor! Nuestros niños ‘nacen’ sin capacidad de pensar, ‘nacen sin cerebro’. Son marionetas sin voluntad y son productos de la pesima educación de sus padres. La ambición de tener dinero sin trabajar y que todo sea facil engañando de los demás, todo es producto de la droga que en ‘estos tiempos modernos’ corrompe la dignidad humana. Ya no existe el respeto para nadie porque piensan con su poca capacidad mental que Dios, nuestro Señor y Padre de todos es ‘historia vieja’. Pero ellos se olvidan de lo siguiente: Sin respetar las leyes divinas y sus diez mandamientos no hay felicidad, ni exito, ni futuro bueno para ningun ser humano.
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